Es una frase que se oye mucho, en el último párrafo de la anterior entrada expliqué por qué se produce esta percepción, en mi opinión. El sistema se autodestruye y al igual que un barco que se hunde, quienes más sufren son los que no tienen acceso a los botes salvavidas para poder escapar del hundimiento. Lógicamente nadie quiere que el barco se hunda, cuando eso sucede, los pasajeros no sienten que les representen los responsables de las decisiones que han llevado a dicho hundimiento.
Puede considerarse que el problema del desapego entre la denominada "casta política" y "el pueblo" estalló en el denominado 15M, sin embargo no ha hecho más que agravarse desde entonces. Se habla constantemente de cómo se pisotean los derechos, sin embargo, el problema no son los derechos, sino la sostenibilidad del sistema. Los derechos sin un sistema que los sustente no son más que papel mojado. Concretamente, la corrupción e incompetencia de nuestra clase política es insostenible, están causando que el sistema se autodestruya.
Existe la opinión relativamente extendida de que, para acabar con esta falta de representación y desapego, los políticos
deberían trabajar por amor al arte o por vocación. Que sólo un político mileurista y que se enfrenta a los problemas de un mileurista es capaz de comprender estos problemas y representarle, en un sistema de democracia representativa. Es tan evidente y tan lógico que no parece necesita ninguna clase de argumentación.
Curiosamente también nos parece lógico cuando en las películas de EEUU se quejan de que a los ricos les representan abogados que cobran $400 la hora, e incluso más, mientras que a los pobres les representan los abogados de oficio. Lo consideran injusto, todo el mundo querría que les representaran los primeros (cosa que es materialmente imposible, porque son seres humanos y tienen que dormir), y hacen un esfuerzo por ver hasta dónde pueden llegar, alimentando la disparidad de salarios por la oferta-demanda.
Por tanto, pedir políticos mileuristas sería el equivalente a pedir ser representados por "políticos de oficio", que tal vez no parezca una idea muy seductora. También tenemos un caso interesante de representación de España por parte de los futbolistas de la selección, la gente se siente tan representada que celebra la victoria como propia, aunque los salarios de los futbolistas sean varias veces superiores. Si la gente siente que los políticos no les representan es porque no lo están haciendo bien, independientemente del salario. Los políticos deben gobernar por el bien de la sociedad, sin embargo vemos conforme a multitud de indicadores que el estado de la sociedad empeora constantemente. Que necesitamos políticos mejores, en vista de la crítica situación de España, es un hecho, la cuestión es en qué consiste ser político.
Efectivamente un político representa a todos los españoles, no precisamente para jugar al fútbol, sino que un político representa en la gestión de los recursos públicos y la tarea de legislar al resto de españoles. Un político es un gestor y legislador, más que un mero "representante". Como representantes podríamos mandar a las cumbres europeas a Eva González y Pablo Martín, que quedarían más monos, incluso es posible que gestionen mejor. Sin embargo, la política no es un concurso de belleza ni un partido de fútbol, los políticos que mejor nos representan son los mejores gestores y legisladores.
Es relativamente simple, más o menos como en cualquier trabajo, definir las competencias, aptitudes, destrezas, experiencia, conocimientos teóricos y en definitiva el curriculum vitae que debe presentar un político para demostrar que es el candidato que mejor va a hacer su trabajo. Aunque hay aparatos de propaganda significativos en los partidos políticos que pueden estar interesados en convencer a la población de otra cosa. Sin embargo vemos, constante y dolorosamente, que los políticos no están a la altura de las circunstancias. Esto puede deberse simplemente a que el puesto no es atractivo por el salario, lo cual tiene una solución muy fácil, o puede deberse a que pese a ser atractivo, no se está haciendo la selección de personal correctamente.
No se hace la selección de personal correctamente porque no se hace de esa forma ni dentro de los partidos ni fuera. Dentro de los partidos, por la corrupción, las posibilidades de ascenso o promoción se deben a los apoyos que se es capaz de reunir. Se escoge por tanto a quien más se entrega al partido, quien colabora más con el resto de miembros, de manera lícita o ilícita, lo que es, en el mejor de los casos, independiente de su calidad como gestor y legislador. Fuera de los partidos, por la opacidad, los votantes no cuentan con la información necesaria para poder tomar una decisión informada, por lo que de nuevo el criterio no puede ser la calidad como gestor o legislador de los políticos. En este caso los motivos que mueven a los votantes son muchos, van desde una observación empírica de los resultados que han dado las distintas legislaturas hasta apreciaciones más o menos subjetivas de las ideologías conforme a las cuales van a gobernar los distintos partidos, pasando por las promesas electorales y otra clase de proclamas con las que puedan presentarse.
La solución es que tanto dentro como fuera de los partidos, aquellos que tomen la decisión, lo hagan contando con la información que les permitirá tomar una decisión correcta (transparencia) y que cuenten también con el conocimiento necesario para poder usar esa información en un proceso de decisión y optar por el mejor candidato (ciencia). Esta decisión debería ser lógicamente democrática, puesto que esto la hace más robusta a posibles errores o sesgos cuando es sólo un individuo o grupo de los mismos quien toma la decisión. Es el equivalente al comodín del público, en el que siempre hay alguien que se equivoca y a veces es la mayoría, pero al menos tiene una tasa de aciertos razonable si se le dan las herramientas (información y conocimiento) para poder tomar una buena decisión.