Hay mucho que comentar.
La ciencia es el método epistemológico que más éxito ha tenido hasta la fecha. El estado de la cuestión, el no va más (de momento), lo último y mejor. De ahí que tantas disciplinas quieran subirse al carro, historia es una ciencia, periodismo se imparte en la facultad de ciencias de la información, y las ciencias tradicionales ven como el número de ciencias se incrementa gradualmente añadiendo ciencias que cada vez son más "blandas". De hecho ya existe la carrera de ciencias políticas desde hace un tiempo, aunque eso a los políticos les da igual, son una minoría los políticos que han estudiado esa carrera, que debería definir las competencias y ser obligatoria, así que es un caso de intrusismo realmente excepcional.
También se debe a la forma en que está estructurada la carrera, pariente cercana de las ciencias más blandas habría de serlo de ciencias más duras, incluso formales1 para que la ciencia política contara con el rigor que le corresponde a tan importante tarea2, parece centrada en la vida del político previa a ganar unas elecciones, en lugar de la posterior, ciertamente una buena forma de hacer cierto el principio de Peter, y una buena fuente de políticos dignos de chiste3. Pero ciertamente eso no sería suficiente, las ciencias se dedican al estudio de determinadas cuestiones, a obtener conocimiento acerca de éstas, que es para lo que funciona bien el método científico.
Sin embargo la política no se hace a base de observatorios que expliquen lo que pasa con un buen nivel de detalle y rigor científico (aunque estaría bien tener al menos eso), la política ha de resolver los problemas a los que se enfrenta la población gobernada por los políticos. Esto, que se viene haciendo con más o menos arte, desparpajo, duende y algo de salero, debería hacerse de la forma en que se resuelve cualquier problema más o menos serio, complicado y que cuenta con una ciencia detrás. Esto es con métodos y técnicas que permitan ofrecer garantías de éxito, con metodologías que, de manera más o menos independiente de quien las aplique, proporcionan unas garantías con respecto de los resultados que se pueden obtener. Las disciplinas que caen en esta categoría son principalmente las ingenierías. La política debería ser una ingeniería, y el político, un ingeniero, que sea capaz de resolver los problemas a los que se enfrenta o dirigir un equipo de trabajo para ello, teniendo un conocimiento profundo de los problemas a los que se enfrenta y las posibles soluciones.
El artículo pone algunos ejemplos de conocimiento científico que debería aplicarse a la política, no estoy de acuerdo en que sean buenos ejemplos. Sería más interesante considerar las interacciones en sistemas complejos, las dinámicas que se aplican, para comprender lo que se está haciendo al actuar sobre un Estado. El conocimiento de la lógica y las "auténticas" ciencias de la información (si se me permite llamarlas así) es fundamental para ser consciente de la entropía que se introduce en el sistema, especialmente en las leyes. El conocimiento de teoría de juegos y agentes es fundamental para comprender cómo se está cambiando la utilidad de ciertas conductas al introducir leyes, subvenciones, multas, etc. para hacerlo con conocimiento de causa y no como un montón de pollos corriendo sin cabeza.
En este blog intentaré poner ejemplos de todo esto, puesto que la teoría, en principio, aunque de manera muy escueta y sucinta, ya queda contenida en este mensaje. Mi tiempo es limitado y mis obligaciones muchas, no será un blog regular, si alguien está interesado en métodos para poder seguirlo con comodidad (alguien que haya llegado hasta aquí, sería sorprendente...) que me lo diga, me gustará saberlo y colaborar en ese sentido.
Sin embargo estos ejemplos tal vez sean más accesibles. Siendo así, lo único que puedo hacer es recomendar la lectura del artículo y una profunda reflexión acerca de lo que significa ser político y qué clase de políticos queremos que trabaje para nosotros, puesto que el político es un funcionario, con un buen sueldo y unos beneficios importantes debido al impacto de su trabajo en la sociedad, pero no deja de ser eso, un funcionario que trabaja para todos los que son gobernados por él o ella y que deben decidir con responsabilidad y criterio quién ha de realizar esta tarea regularmente cada cuatro años.
1¿qué más duro que eso?, ¿qué mejor que una ciencia formal desde el punto de vista epistemológico? Nótese que economía es una ciencia formal y afortunadamente en ciencias políticas se dan ciertas nociones de economía, sin embargo esto dista mucho de ser suficiente.
2véase la influencia que tienen los políticos en la vida de quienes son gobernados por ellos, mucho mayor que cualquier otra profesión probablemente.
3¿En qué se diferencian un perro y un político atropellados? Enn que delante del perro hay marcas de frenada.
Ciencia y política: superar el desamor
La actividad científica y la política han venido siendo objeto de recíproco desencuentro a lo largo de la historia. Mientras la primera se nutre del análisis, la subordinación a un método y el recogimiento intimista como necesarios pilares, la segunda se sustenta en la acción permanente, la respuesta inmediata y la presencia mediática.
la cuestión
lograr que la política y sus profesionales adopten el método científico como forma de aproximarse a los problemas
a formación y la investigación, sin duda los retos más importantes que tenemos por delante como país y el único elemento capaz de sacarnos de esta o de crisis venideras con verdadera solvencia
El método científico para llegar a conclusiones consensuadas que permitan ser predictivas y posibiliten la mejor de las decisiones a ejecutar es probablemente la contribución más distintiva de nuestra especie y debe formar parte de la vida pública, del debate político y de la cuestión social porque es el único elemento válido de progreso real
La vieja dicotomía sobre acción y pensamiento sólo puede resolverse con la fusión permanente de ambas, diluyendo cualquier desamor, del mismo modo que la información disuelve progresivamente la ignoranciaRead more at www.elpais.com
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