A lo mejor no nos hemos enterado.
La democracia, como tantas otras cosas, surgió en la antigua Grecia. Allí se hablaba filosofía, que incluye cosas como la ética, que era la forma en que la gente debería vivir para ser felices a ser posibles sin perjudicar la felicidad de los demás y de política, que es la forma en que debe organizarse el Estado, para... que precisamente la gente que forma parte del mismo pueda ser feliz, para facilitar esto.
La felicidad es el mayor de los bienes, nada queda por encima de ésta. ¿Cómo se va a preferir otra cosa?
Los derechos y libertades no son más que un medio para que la gente pueda ser feliz. La gente tiene derecho a la sanidad, al trabajo o a la vivienda porque de su carencia se deriva sufrimiento e infelicidad. Es así, y no al revés, por lo que los políticos han de asegurar que las reglas del juego que marcan, legislando, son las óptimas para que todo el mundo pueda buscar su felicidad y alcanzarla en la medida de lo posible.
De otra forma, ¿cómo podría definirse lo que son los derechos y las libertades de los ciudadanos? Si estos son un fin, ¿hasta donde llegan?, ¿cuales tienen prioridad?, ¿es mayor el derecho y la libertad de una madre que desea abortar o el de un feto a seguir vivo?, ¿es mayor el derecho y libertad de un fumador a fumar o el de un no fumador a seguir siéndolo activa y pasivamente?
Si los derechos y libertades se vuelven un fin se pierde el norte en política, no se pueden priorizar, no se puede hacer nada, o se puede hacer cualquier cosa. La política regula la res publica, aquello que es compartido por todos, ha de mediar entre la gente que es gobernada, ha de buscar cuales son los derechos y libertades que hacen más fácil que todos puedan ser felices, dónde están las fronteras entre las libertades de todos.
No se me entienda mal, por supuesto, tampoco ha de alienarse la libertad del individuo, si las libertades pasan a un segundo plano y el intervencionismo se vuelve feroz entonces no se permite a la gente desarrollarse con la dignidad que corresponde a un ser humano. Pero ya habrá otras ocasiones para hablar acerca del absurdo intervencionismo al que llegamos a menudo.
La democracia, como tantas otras cosas, surgió en la antigua Grecia. Allí se hablaba filosofía, que incluye cosas como la ética, que era la forma en que la gente debería vivir para ser felices a ser posibles sin perjudicar la felicidad de los demás y de política, que es la forma en que debe organizarse el Estado, para... que precisamente la gente que forma parte del mismo pueda ser feliz, para facilitar esto.
La felicidad es el mayor de los bienes, nada queda por encima de ésta. ¿Cómo se va a preferir otra cosa?
Los derechos y libertades no son más que un medio para que la gente pueda ser feliz. La gente tiene derecho a la sanidad, al trabajo o a la vivienda porque de su carencia se deriva sufrimiento e infelicidad. Es así, y no al revés, por lo que los políticos han de asegurar que las reglas del juego que marcan, legislando, son las óptimas para que todo el mundo pueda buscar su felicidad y alcanzarla en la medida de lo posible.
De otra forma, ¿cómo podría definirse lo que son los derechos y las libertades de los ciudadanos? Si estos son un fin, ¿hasta donde llegan?, ¿cuales tienen prioridad?, ¿es mayor el derecho y la libertad de una madre que desea abortar o el de un feto a seguir vivo?, ¿es mayor el derecho y libertad de un fumador a fumar o el de un no fumador a seguir siéndolo activa y pasivamente?
Si los derechos y libertades se vuelven un fin se pierde el norte en política, no se pueden priorizar, no se puede hacer nada, o se puede hacer cualquier cosa. La política regula la res publica, aquello que es compartido por todos, ha de mediar entre la gente que es gobernada, ha de buscar cuales son los derechos y libertades que hacen más fácil que todos puedan ser felices, dónde están las fronteras entre las libertades de todos.
No se me entienda mal, por supuesto, tampoco ha de alienarse la libertad del individuo, si las libertades pasan a un segundo plano y el intervencionismo se vuelve feroz entonces no se permite a la gente desarrollarse con la dignidad que corresponde a un ser humano. Pero ya habrá otras ocasiones para hablar acerca del absurdo intervencionismo al que llegamos a menudo.
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»Los poderes públicos no están para dar la felicidad sino para preservar los derechos y libertades de los ciudadanos.
Read more at twitter.comRT @EsperanzAguirre Los poderes públicos no están para dar la felicidad sino para preservar los derechos y libertades de los ciudadanos.5 Nov via web
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